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Foto del escritorRaquel Plou

Cuestión de etiquetas

Actualizado: 11 ene 2019

Tener altas capacidades es una etiqueta con la que tienen que cargar muchas personas hoy en día. Un alto Cociente Intelectual (CI) no siempre va ligado a una vida de éxito ni de felicidad. Así lo explican los socios de Mensa, una asociación fundada en Inglaterra en el año 1946 y que está presente en España desde 1984. Mensa acepta a todas aquellas personas cuyo CI está dentro del 2% superior de la población general, lo que significa que superan a 98 personas de cada 100.


Las experiencias por las que han pasado estas personas a lo largo de su infancia les han hecho ver que no encajaban en la sociedad y les han empujado a realizar el test para entrar en la asociación cuando ya eran adultos. “Yo hice el test para entrar en Mensa hace unos catorce años y fue por un caso de mobbing (acoso laboral) en la empresa. Estaba todo el mundo en contra mía, entonces dije “voy a probar a ver”. No me sentía cómodo y no sabía por qué y luego piensas, bueno, pues a lo mejor es porque destaco por algún lado que no encaja”, explica Jorge.


Vicente, sin embargo, entró hace quince años motivado por los juegos de ingenio y Miriam hace cuatro, cuando escuchó que Lisa Simpson hablaba de Mensa en un capítulo: “Pensé que igual había gente con la que podía hablar de determinados temas que no puedo hablar con otros”. Ambos aseguran que en muchas ocasiones los han tratado como “bichos raros”, incluso han sufrido bullying en su niñez y eso les ha obligado a camuflarse en numerosas ocasiones. De hecho, Miriam siempre había sabido que tenía altas capacidades, notaba que iba más rápido que los demás a la hora de realizar procesos intelectuales, pero siempre ha intentado no destacar: “Te tienen envidia porque dicen, o sea, tu no estudias nada y sacas dieces y entonces te odian, de verdad, te odian” a lo que Vicente añade “claro, tú entiendes que un empollón es un tío que estudia mucho, saca buenas notas, pero es que se lo curra. Yo era empollón, pero es que en los estudios no daba un palo al agua. Entonces no encajas ni con los que estudian”.


Otro de los entrevistados, al que nos referiremos como Juan, ya que prefiere no desvelar su nombre, lleva tres años en la asociación. Asegura haber llevado una vida bastante normal: “Mi rendimiento académico fue hacia abajo, porque mi esfuerzo siempre ha sido el mismo, entonces cuando era menos exigente pues sacaba mejores notas y luego poco a poco fue bajando, pero para el tiempo que le dedicaba o el tiempo que estudiaba, la verdad es que tampoco me iba mal”. Juan había oído hablar de Mensa en alguna ocasión, un día decidió informarse y hacer la prueba. Lo hizo porque “la gente al final simplifica mucho. Igual es por la gente con la que me tocaba rodearme en ese momento, con gente que a lo mejor no tiene chispa o que valoran unas cosas que a lo mejor para mí no tienen importancia… A ver, yo no voy por ahí viendo ecuaciones, pero cosas de sentido común, la gente es como que pasa de todo, está todo el mundo metido en su rueda y ya está. Pues claro, yo tengo inquietudes, intranquilidades. Hacer el test de Mensa es como tratar de reafirmarte en lo que tú piensas”.


Mensa tiene más de 120.000 socios en todo el mundo repartidos en 100 países, con organizaciones nacionales activas en más de 40. En España ya cuenta con más de 2.200 socios, 109 en Aragón. Cada tres meses se realizan convocatorias en las distintas ciudades donde se puede realizar el test de inteligencia que da acceso a la asociación, aunque se puede probar previamente en la página web. También se puede entrar aportando un informe de un psicólogo colegiado que certifique que estás en ese 2%.


La entrada a la asociación ha hecho que este grupo de personas con altas capacidades sean esa pieza del puzle que finalmente encaja, aunque sean completamente distintos, aunque tengan distintas aficiones o manías, pero en Mensa se encuentra ese punto que les une.


-Jorge: La verdad es que al principio es muy duro. Yo hasta que me vi obligado a decir que era de Mensa, no quería que lo supiera nadie, pero luego es fácil sentirse integrado en el grupo.


+Vicente: Y que de repente llegas a un sitio de ir ocultándolo, sentirte raro, no terminar de explayarte y te sientes a gusto y ahí se desata todo. Yo entré, conocí a un grupo de personas, me parecieron geniales y ya me empecé a meter en la asociación y bueno, es una maravilla la gente a la que conoces.


La curiosidad, la inquietud y la búsqueda de soluciones a cualquier tipo problema son algunos de sus rasgos más característicos: “Cuando hay un problema y encuentras una solución molesta que alguien no te dé una explicación de por qué esa solución no se aplica. Porque tú ya has gastado una energía en encontrar una solución. Y esas cosas ilógicas sí que resultan muy desagradables”, comenta Vicente. “Muchas veces intentas razonar con la gente y no, no. “Esto es así y es así porque lo digo yo”, y no se abren a que tú puedas aportar algo”, matiza Miriam.


Jorge, Vicente y Miriam, socios de Mensa, manteniendo una conversación. Fuente: Raquel Plou.


También son capaces de coger frases y darles 2000 vueltas por puro placer o cambiar de tema de forma brusca, algo que no todo el mundo llega a entender: “A mí me pasa con mi marido cuando me dice algo y de repente yo le digo otra cosa y entonces le tengo que explicar toda mi asociación de ideas para ver cómo he llegado hasta ahí”, cuenta Miriam. Se definen como personas con un gran sentido de la justicia y, en ocasiones, demasiado literales, ya que, según Miriam: “A veces cuando estamos hablando y se hace una coña o un doble sentido se toma de forma literal, porque muchas veces tenemos lecturas literales de las cosas, entonces cuando hay cosas por ahí abajo se nos escapan”.


Estudian por placer y cuando ya saben todo sobre un tema determinado, lo abandonan, deja de atraerles: “Las dos carreras que he empezado no las he acabado por dispersión, porque me gusta estudiar, pero no lo que me mandan”, dice Vicente, que ahora está explorando el campo de la inteligencia artificial.


En Mensa realizan actividades a lo largo de todo el año. La actividad principal es la RAM (Reunión Anual de Mensa), que se realiza siempre en el puente de la Constitución. Este año han acudido cerca de 320 “mensistas” de toda España a Cádiz, donde realizaron diferentes conferencias y juegos de todo tipo (mesa, dialéctica, lógica, etc.). Lo que buscan con estas actividades son los retos, superarse, pero no solo a los demás, sino también a ellos mismos.


Juan afirma que “hay gente muy interesante, entonces, el que tiene algo que contar, lo puede contar”. “Luego también hay actividades locales porque hay un montón de grupos locales. Aquí está el grupo de Aragón, pero es Aragón y Navarra. Este verano en Aliaga hicimos una quedada, una de visionado de estrellas. Fue el fin de semana este de las perseidas entonces como ahí en Teruel es un sitio privilegiado porque no hay nada de contaminación lumínica y está muy alto, pues fuimos allí unos cuantos y luego por el día excursiones. También hay reuniones mensuales, que se hacen el segundo fin de semana de cada mes”, explica.


La asociación también cuenta con los GIES (Grupos de Interés Especial), que se dividen por temáticas. “Hay GIES de literatura, de informática, de todo. Los que más triunfan son los más banales, pues hay uno que es de sexo, otro que es de cosas de despistes… A través de esos grupos compartes información y te enteras de cosas”, añade Juan. Vicente está en 15 GIES distintos ya que “tienen la ventaja de que se puede participar muy bien sin tener relaciones personales o sin tener presencia física”. Todos ellos coinciden en tener una inteligencia racional muy alta, pero una inteligencia emocional y social muchas veces bastante deficiente: “Minimizamos la interacción social, no tenemos que hacer comunicación interpersonal. Yo también estoy más activa en redes que en persona”, dice Miriam.


En cuanto a los estereotipos que ha impuesto la sociedad a las personas superdotadas ellos lo consideran “una chorrada”. “Cuando entra alguien nuevo y lo agregan al chat de Mensa, la gente dice “sí, mira, aquí estamos nosotros” y mandamos siempre una foto que es el típico grupo de frikis con las gafas de culo vaso y tal. Nosotros mismos nos reímos del estereotipo, porque es verdad. Sí, bueno, hay frikis, hay de todo. También hay tías buenorras y chicos guapos”, cuenta Miriam entre risas.


Vicente es de los que piensa que “en torno a la inteligencia hay mucho mito. Tienes a Batman, que es un superhéroe de fuerza, pero tiene a Alfred que es como el que piensa; Dios una de las características que tiene es que es sabio… O sea, siempre tienes la sabiduría por encima de la fuerza, entonces ya vamos con una cultura que dice que la inteligencia es capaz de doblegar todo lo demás. Cuando te dicen que alguien tiene inteligencia piensas que esa persona puede hacer cosas que tú no eres capaz de hacer. Lo curioso es que nuestro juego es diferente, yo no quiero quitarle el puesto a nadie, ni nada”. Cree que son un blanco fácil para mucha gente por el miedo de “este tío, como tiene inteligencia será capaz de adivinar lo que pienso y mientras me habla me manipula” pero “nosotros no somos capaces de meternos en la mente de la gente”.


La dispersión que aseguran tener quizá derivaría esta conversación sobre altas capacidades en una sobre matemáticas para pasar a filosofía, teoría de juegos, beneficios y pérdidas, sociología y hasta quizá terminarían yéndose de cena para continuar debatiendo. Porque así son ellos, personas con altas capacidades a las que simplemente se les ha puesto una etiqueta.


"Yo también te hago una pregunta a ti. Si tú nos hubieses conocido así tal cual, sin que te hubieran dicho que éramos de Mensa, ¿nos hubieras visto diferentes o raros?", concluye Vicente.

Realizado por: Raquel Plou

Editado por: Irene Ibáñez y Loli Luzón


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