“Comencé a trabajar en limpieza y la mujer que me contrató no me asociaba en principio como gitana. La entrevista fue fenomenal. Ella notó en mí unos rasgos, algo. Yo me esforzaba el doble, me encargaba también de su madre, limpiaba a fondo... Y ella me seguía preguntando ¿pero tú eres española? ¿Y dónde vas? ¿Y qué haces? ¿A qué iglesia vas? ¿Qué sitios frecuentas? E investigaba, e investigaba porque algo no le cuadraba. Yo tenía ese miedo de que esta mujer, en cuanto supiese que era gitana, me echaba. Yo recuerdo que una vez, cuando estaba haciendo limpieza general de la librería, abrí un cajón, y aquello parecía un tornado, y su madre al verlo dijo ¡Uy, qué cajón, parece de un gitano! Y yo pensando, ¿qué hago? Le contesto, le digo algo, qué poca educación, ¿es que acaso tú has entrado en la casa de un gitano? Y yo pensaba si esta mujer entrara en mi casa..., porque yo un cajón como ese no lo permito y a mis hijos los tengo a raja tabla. Pero bueno, finalmente me lo tuve que tragar porque la necesidad es la necesidad. La mujer siguió preguntando y finalmente descubrió que yo era gitana, me dio lo que me correspondía de ese mes y me dijo que no volviera más”.
Cristina Dual es mujer y es gitana, por lo que debe enfrentarse cada día al racismo al que su pueblo lleva sometido en España desde hace siglos, y al machismo bajo el que vivimos todas aún a día de hoy.
Dual conoce bien la historia de su pueblo. La llegada de la comunidad gitana a España comenzó en el 1429. Entraron por los Pirineos y una de las zonas claves de asentamiento fue Aragón. “Al principio había muy buena relación. Nosotros teníamos nuestros propios oficios, nuestro propio estilo de vestir, nuestra lengua...”, explica Dual. Sin embargo, con la llegada de los Reyes Católicos, todo empezó a cambiar. Comenzaron las pragmáticas y las persecuciones, no podían hablar en su lengua, vestir sus ropas o trabajar en lo que quisieran.
Cristina Dual ha leído sobre su pueblo, ha estudiado su devenir, pero en los colegios e institutos de España se enseña una historia con espacios en blanco en los que se ha borrado por completo a la comunidad gitana. “Al no estar en los libros de texto la mayoría de gente no nos conoce y ese desconocimiento genera un miedo y unos estereotipos que no nos hacen bien”, lamenta Dual.
Ahora, en pleno siglo XXI, parece que se presta más atención a la situación de las minorías, aunque Cristina Dual opina que se trata de un maquillaje y que a la hora de la verdad sigue habiendo una “brecha muy grande entre la sociedad mayoritaria y la minoría que somos. Por ejemplo, si yo me presento a una entrevista y tengo los mismos títulos que tú, todo igual que tú a excepción de que yo soy gitana, yo tendré el 10-20% de posibilidades de conseguir el trabajo frente al 80-90% que tengas tú”.
“Si la integración no es mutua, no sirve para nada”
La cultura y valores gitanos son distintos a los de la sociedad mayoritaria, pero esto no quiere decir que la comunidad gitana quiera vivir al margen y sin contacto con el resto del mundo. “Si yo estoy conviviendo por ejemplo contigo, yo intentaré respetar tu forma de pensar, tu forma de ser y enriquecerme con lo que seguro que tú tienes para ofrecerme a mí, pero no te voy a decir tú tienes que cambiar esto, y quitarte esto y ser así, imponiendo”, afirma Dual. Uno de los prejuicios que se achaca a los gitanos es que “no se quieren integrar”, explica Cristina, y añade que el asunto está en que “si la integración no es mutua, no sirve para nada”.
María Esther López, doctora en Sociología por la Universidad de Zaragoza y técnica de intervención socio laboral de la Fundación Secretariado Gitano de Zaragoza, explicó en una entrevista para eldiario.es, la importancia de la familia en la comunidad gitana. “La familia es fundamental y determina una serie de mandatos: el patriarcado, con una tesis de supremacía del varón que lleva a la obediencia a ese varón; la dedicación y el respeto a la familia de toda sociedad tradicional; y, en el caso de ellas, el mandato de género como agentes enculturadores, que consiste en que se les exige la replicación hacia las generaciones siguientes de estos valores esenciales”.
“Por normal y en general, la mujer gitana es la reina de su casa"
Al hablar con Cristina Dual se hace presente ese culto por la familia y los roles que cada uno debe desempeñar: “La mujer se encarga de la familia y la crianza porque para nosotras es algo precioso pasar tiempo con nuestros hijos. A los hijos no los tiene que criar nadie, se tienen que criar en su casa”. En este mismo sentido, Dual defiende que la imagen que se ha dado en los medios de comunicación sobre la mujer gitana no es fiel a la realidad. Afirma que se ha intentado hacer ver a la mujer como una esclava y que no manda en nada, pero asegura que “por normal y en general, la mujer gitana es la reina de su casa (…) Quien tiene el dinero manda, se dice, y nosotras somos las dueñas de nuestro dinero”.
Dual forma parte de la FAGA (Federación de Asociaciones Gitanas de Aragón). En su sede ella se encarga de dar cursos gratuitos para la inclusión de las mujeres gitanas en el mundo educativo y laboral. Mediante unas pequeñas clases de Empoderamiento de la mujer, quieren “motivar a las mujeres para que vean lo que valen, que saquen sus talentos, (…) En definitiva, que vean que ellas son capaces, aunque les pille en una edad ya tarde, que vean que todavía están a tiempo”, explica Dual. En FAGA también están desarrollando este año otras dos iniciativas. Haciendo empresas, en la que quieren aprovechar “ese talento que tenemos para confeccionar vestidos de boda de nuestro estilo, (…) Queremos impulsar a las mujeres que sabemos que son tremendas en esto, y ayudarlas a que se profesionalicen, encaminarlas en el tema legal y práctico, y ver a la mujer gitana como jefa de su propio negocio”. En cuanto al ámbito educativo también han puesto en marcha la vía Mujer universitaria con la que, como aclara Dual, quieren “impulsar a la mujer que se quedó a mitad para que pueda aprobar el examen de acceso para mayores de 25 años y que sea mujer universitaria, y empezar poco a poco”.
Al hablar de la mujer y de la comunidad gitana en Aragón, debemos presentar, indudablemente, a Mª Pilar Clavería, actual presidenta de FAGA. Fue elegida como la primera presidenta de la Asociación de Promoción Gitana de Zaragoza en 1990 y no ha dejado de luchar por su pueblo desde entonces. “Empecé hace más de 30 años. Venían los de la Junta Directiva de la Asociación Gitana a mi casa a tomar café con mi marido, y yo ahí ya me metía un poquito y les decía: si presentáis esto de esta forma lo aceptarían mejor. Y poco a poco así fue como me metieron ellos en la junta”, explica Clavería. Con Mª Pilar al frente se crearon carnets de socios para todos los miembros de la asociación logrando así una identidad oficial, se acabó con el gueto gitano de Quinta Julieta, se llevó a cabo una iniciativa para eliminar el chabolismo...
El camino que tuvo que recorrer para hacer realidad estos derechos que reclamaba para la comunidad gitana no fue sencillo. Uno de sus objetivos fue conseguir cursos de conducir para que gitanos y gitanas pudieran transportarse y ganarse la vida. “Yo me fui a hablar con el señor Jesús Olivera, de tráfico, y me maltrató. Me fui enfadada y le dije que si un gitano tiene que conducir obligadamente y no tiene carnet de conducir porque no tiene medios para sacárselo y con el coche mata a alguien, la culpa la tendrá usted, saldré en la tele y lo culparé a usted. Y al rato me llamó y me lo concedió”, cuenta Clavería con una sonrisa pícara en el rostro.
Con paciencia y tenacidad logró el respeto de muchas políticas y políticos en Zaragoza. Los baches del camino no solo se los puso la sociedad mayoritaria, algunos hombres de su propia comunidad gitana la discriminaron por el hecho de ser mujer. “Había esos cuatro o cinco que eran unos machistas y era imposible trabajar con ellos, y un día me dijeron: es que a ti no te pueden dar el carnet de conducir porque no está en la ley. Les dije yo que las leyes se suavizan para que entren otras, y a nuestro pueblo nos lo deben, ya es hora de que nos concedan un curso que vale cuatro perras. Y me levanté porque me dijeron como que yo mentía, así que les dije: ¡ahora mismo aquí os quedáis pero no os creáis que me voy a casa, me voy a la prensa para decir que sois unos machistas!”.
Mª Pilar Clavería no se conformó únicamente con liderar la Junta Directiva de la FAGA, creó otra iniciativa más para defender en concreto los derechos de las mujeres gitanas, la Asociación Romi Cali. Consiguió cursos de conducir también para las mujeres, e incluso para las mujeres gitanas viudas, “que no podían sacárselo nunca porque había críticas en el pueblo para que se pudiesen ganar la vida”, explica Clavería.
Ha esperado horas a las puertas de concejales y presidentes, ha visitado pueblos y familias gitanas en sus chabolas, ha recorrido gran parte de Europa dando charlas sobre la lucha por su pueblo. La Rona de Zaragoza lleva inmersa en la causa más de tres décadas, y hoy, a sus 71 años, continúa hacia la verdadera inclusión de la comunidad gitana en la sociedad.
Con menos años de experiencia pero el mismo espíritu de lucha, María José Jiménez y Carmen Fernández fueron las fundadoras de la Asociación Gitanas Feministas por la Diversidad. Ellas describen esta agrupación en su página web como un conjunto de mujeres muy diverso en el que “creemos, luchamos, buscamos y reivindicamos ser un movimiento social activo. Hemos nacido gitanas y nos hemos construido en esta lucha, ahora trabajamos para ver crecer una generación nueva de gitanas y gitanos que formen parte del activismo social”.
"Si no vamos de palmeras o de figurantes, no servimos”
Ambas estuvieron presentes en las I Jornadas Internacionales Feministas CTXT de Zaragoza. María José Jiménez, presidenta de Gitanas Feministas por la Diversidad, explicó claramente el objetivo de su discurso: “Yo vengo aquí a demostraros que vuestro yo te creo, cuando se trata de las excluidas, cuando se trata de las mujeres negras, de las mujeres árabes, de las mujeres gitanas, se convierte en un yo te callo”.
Mª José Jiménez en las I Jornadas Internacionales Feministas CTXT Zaragoza
Jiménez quiso abrir la puerta hacia una realidad que las mujeres occidentales, blancas, "eurocentradas", no hemos tenido en cuenta a la hora de reivindicar nuestros derechos. Para Jiménez el feminismo payo no tiene en cuenta a la mujer racializada. “Cuando hablan las mujeres payas, (…) y las excluidas no os servimos de palmeras, no os servimos de maniquíes, entonces no os servimos a vosotras, no servimos a vuestro feminismo. Si no vamos de palmeras o de figurantes, no servimos”.
En su discurso recalcó también el racismo que ella ve como mujer gitana en el feminismo de la sociedad mayoritaria. “Actualmente vuestro feminismo no es antirracista, no lo es porque no os toca, (…) porque no habéis vivido nuestra resistencia”
Mª José Jiménez en las I Jornadas Internacionales Feministas CTXT Zaragoza
La mujer gitana vive su día a día con el estigma que sigue sufriendo su pueblo y con la discriminación que pesa sobre todas las mujeres. Carmen Fernández, vicepresidenta de Gitanas Feministas por la Diversidad, representó esta realidad en las Jornadas con una metáfora, La Mochila. Paseaba por el escenario con un gran saco sobre los hombros lleno
de piedras, aludiendo a esos prejuicios, estigmas y desigualdades a los que debe enfrentarse ella como mujer gitana cada vez que sale a la calle. “Como mujer me enfrento cada día a un heteropatriarcado, pero encima a un heteropatriarcado racista, si no tenéis en cuenta esto las feministas, no estamos en la misma lucha”, exclamaba Fernández.
María José Jiménez y Carmen Fernández luchan por los mismos derechos y libertades que las mujeres feministas payas, pero para lograr un movimiento feminista unido hay que dejar atrás cualquier prejuicio. Levantemos juntas el puño sin importar la raza, el idioma o la cultura.
Realizado por: Irene Ibáñez
Editado por: Candela Canales y Claudia Gota
ETIQUETAS: #Gitanas, #Feminismo, #Machismo, #Racismo, #Periodismo, #Comunicación
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