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Foto del escritorCandela Canales

¿Qué pasa después de la denuncia?

Actualizado: 20 ene 2019

Natalia y su hija llevan casi 5 años acudiendo a uno de los dos Puntos de Encuentro Familiar que hay en la ciudad de Zaragoza. Tras su divorcio, a raíz de varios episodios de violencia de género, a Natalia le concedieron la custodia, pero con la condición de acudir al Punto de Encuentro Familiar cada miércoles por la tarde y fines de semana alternos. “Mi experiencia en este centro no es positiva, porque te das cuenta de que habitualmente no reflejan en los informes todo lo que ocurre. Con nosotras no tienen un mínimo de piedad ni de empatía, pero con ellos sí, instan a los niños que no quieren ir con los maltratadores a que vayan, de hecho, los han metido a rastras, porque a mi hija se lo han hecho. Mi experiencia es bastante negativa”.


No es la única, Annete Merino es portavoz de la Asociación Somos Más. Lamenta las dificultades ante las que se encuentran las mujeres tras la denuncia: "Cada situación es muy diferente. Hay mujeres que no tienen a dónde ir, salen de casa huyendo y se les tiene que poner una casa de acogida con sus hijos, salen sin ropa, ni documentos, ni nada. Hay otras que se quedan en la casa. Hay otras que no pueden hacer la denuncia y siguen viviendo con su maltratador".


- ¿Cómo es el proceso de denuncia?

- Depende. Si llegas tú por cuenta propia o si hubo un incidente y te llevo la policía. Te llevan a la comisaría y empiezas a hacer la denuncia según los hechos. A él lo detienen inmediatamente, al siguiente día se realiza un juicio rápido y determinan si él va a la cárcel o si fue “un empujoncito de nada”. Le ponen orden de alejamiento o de protección y a la calle. Te mandan a casa, diciéndote que él saldrá en una hora. A mí el policía me dijo que evitase una agresión. Y ahí es donde empieza lo duro, porque la protección depende de ti.


- ¿Y cómo funcionan las órdenes de alejamiento o protección?

- Tienes que ver por tu seguridad y tienes que ver cómo comes. Entonces te vas a encontrar que nadie se moja lo suficiente. El tema de los niños, ¿tú cómo entregas a un niño a alguien que es agresivo?, no se lo entregarías a una persona violenta. Si te has divorciado por violencia de género y le tienes que entregar a tu hijo a ese maltratador, no es normal, y no está bien. Es una forma de continuar el maltrato, a través del terror que infunden en nuestros hijos o el terror de saber lo que le va a pasar a tu hijo si se le cae un juguete y hace ruido.


- ¿Cómo funcionan estos centros?

- Los jueces asignan días, bien donde permanezcan unas horas dentro de ese centro con el maltratador o bien para que sea el punto de intercambio para que la mujer maltratada deje a su hijo y más adelante venga él a buscarlo y se lo lleve. ¿Qué pasa? Tenemos orden de protección, ¿cómo te metes a un edificio sin cámaras, sin vigilancia, sin policías, donde va a llegar el maltratador? Se supone que hay unos reglamentos donde tenemos que llegar antes nosotras, pero él lo sabe. Te encierran en una habitación y lo que te separa de tu maltratador es una puerta de madera. Y ahí se queda tu hijo, con una persona a la que le tiene terror. Ellos están ahí muchas veces cuando llegamos, te amenazan… y tampoco ayuda a tu recuperación, porque si no cumples esto te quitan a los niños.


Pero, ¿qué son los Puntos de Encuentro Familiar? Según el Ministerio de Educación, los Puntos de Encuentro Familiar (PEF) “son un recurso social especializado para la intervención en aquellas situaciones de conflictividad. Esta intervención es de carácter temporal, desarrollada por profesionales en un lugar neutral, y tiene como objetivo principal la normalización de la situación conflictiva, garantizando el interés y la seguridad de los menores y de los miembros de la familia en conflicto”. Sin embargo, tanto desde la Casa de la Mujer como desde las asociaciones de mujeres maltratadas, aseguran que estos preceptos no se cumplen. “Bajo mi punto de vista intentan que nosotras mediemos, y yo no soy una mediadora, yo soy una madre que cumple con lo que le ha impuesto un juez, en contra de la voluntad de mi hija”, asegura Natalia, que demanda una mayor “neutralidad e independencia” de los trabajadores de los centros, para tratar de facilitar el proceso tanto a las madres como a los hijos e hijas.


“Intentan que nosotras mediemos, y yo no soy una mediadora. Soy una madre que cumple con lo que le ha impuesto un juez”.

Verónica Guerrero, abogada penalista, lo explica cuando afirma que el objetivo principal de estos centros es “la estabilidad de los menores y evitar que se produzcan riesgos en los mismos, garantizando así su integridad física y psicológica, (…) por lo que se van a excluir de este régimen todos aquellos casos en los que se produzcan situaciones de violencia dentro o fuera del PEF, unido todo ello al posible incumplimiento de las normas orientadoras para el buen desarrollo de tales de visitas”. Pero no solo en estos casos, Guerrero asegura que en los casos en los que se han producido situaciones violentas dentro del seno familiar, es necesaria la intervención del equipo técnico durante las visitas a estos centros, no dejando de esta forma al agresor con sus víctimas.


Elena Cortés, educadora de la Casa de la Mujer, considera que los Puntos de Encuentro Familiar no pueden ser un servicio de mediación familiar, "sino un lugar neutral y seguro de encuentro. En ocasiones se fuerzan las visitas de niños y niñas que rechazan el encuentro con su progenitor, sin tener en cuenta las razones que puede haber para ello”. También asegura que las mujeres se sienten juzgadas y cuestionadas cuando se las responsabiliza de las dificultades en las relaciones de los niños y niñas con los padres, “haciéndoles sentirse sospechosas de manipular a los hijos y ponerlos en contra del progenitor, ante la negativa y ansiedad de los niños y niñas en dichas visitas o en su defecto, de no hacer lo suficiente para que los hijos vayan y acepten ‘alegremente’ el encuentro con el agresor”.


Según la ley, los Puntos de Encuentro Familiar tienen que garantizar la seguridad, tanto de las mujeres como de los menores. Para ello se pueden tomar unas determinadas medidas como contar con presencia policial y cámaras de vigilancia en los accesos, así como una ubicación en una calle céntrica, con buena comunicación y bien iluminada, además de situarse en la planta baja para que se pueda acceder desde la calle, según explican desde la Casa de la Mujer: “Adecuar la distribución de los espacios a las familias, sobre todo en el caso de visitas tuteladas en las que los menores deben de permanecer varias horas. Las visitas tuteladas deben ser supervisadas de manera individual, ya que en ellas pueden producirse formas sutiles de coacción, amenazas o chantajes de los progenitores hacia los menores. También es necesaria la coordinación entre los profesionales de las distintas instituciones y los profesionales de los Puntos de Encuentro Familiar”.


“Reclamamos más seguridad. Un sistema audio y vídeo grabando todo el tiempo. Personal de seguridad que esté presente allí. Más imparcialidad, entre ellos y nosotras y más rigidez al hacer los informes”, añade Natalia.


Tras estudiarse el protocolo y abrir el correspondiente expediente, se realiza una primera entrevista que incluye una visita al centro tanto de los padres como de los demás familiares. Así sucedió en el caso de Natalia, aunque ella considera que las preguntas que se le hicieron eran excesivamente personales y “dolorosas” y que carecían de interés para el caso: “No tiene relevancia si ha habido violencia sexual para el funcionamiento de mi caso en el Punto de Encuentro Familiar. Ni si me pegaba, ni cuándo lo hacía, ni cómo. No creo que sea relevante preguntar eso”.


Uno de las grandes demandas de las asociaciones de mujeres maltratadas respecto a estos centros se refiere al personal. “Es necesario que el personal tenga formación y sensibilización en perspectiva de género, que sea consciente de que no se trata de una separación por una mala relación de pareja. Se debería exigir una formación específica en violencia de género, para comprender que los menores también han sido víctimas”, cuenta Cortés. Esto está recogido en la LO 8/2015 de modificación del sistema de protección a la infancia y adolescencia, que modifica entre otras normas la LO 1/2004 de Protección Integral a las Víctimas de Violencia de Género.


"No sabes quien es la persona que te está atendiendo"

Natalia se une a esta reivindicación, “para empezar no sabes quién te atiende, si es psicóloga, un trabajador social, la directora… no sabes quién es la persona que te está atendiendo, no se presentan. No te admiten poner una hoja de reclamaciones. Tratan las normas a su manera, las normas son como ellos quieren, y para eso están las normas generales de los Puntos de Encuentro Familiar del Gobierno de Aragón”.


Estas normas están desarrolladas en el artículo 3 del decreto 35/2013, su principal objetivo es el interés superior del menor, garantizando la temporalidad de los procesos así como la confidencialidad. Por otro lado, se especifica que los profesionales que “presten sus servicios en el PEF se abstendrán de cualquier comportamiento o actuación que implique una relación personal individualizada con cualquiera de las partes en conflicto. Se garantizará la objetividad e igualdad de las partes en conflicto”. Asimismo, se hace especial énfasis en la profesionalidad del equipo técnico del PEF y en la responsabilidad de los padres, “sin que en ningún caso se deleguen las funciones familiares en los profesionales”.


No sabe si achacarlo a la falta de formación, de empatía o de imparcialidad. Esto último es una de sus mayores reivindicaciones, ya que considera que de esta forma se garantizaría más la seguridad y bienestar de los niños y niñas. “Mi hija no quiere ir de ninguna de las maneras. De hecho con nosotras se está faltando a varios capítulos legales, como el 80.6 de los derechos forales de Aragón que dice que no se le darán visitas a un maltratador en cuanto haya una denuncia o una condena por violencia de género".


- ¿En tú caso hay condena?

- Se le ha condenado dos veces: una por el Juzgado de Violencia de Género y otra en la Audiencia. Y aun así puede ver a la niña, y llevársela en vacaciones. Y yo lo tengo en el juzgado a este señor por un supuesto caso de abuso y maltrato a mi hija, que lo tengo grabado en vídeo en la misma puerta del colegio.


Todas estas carencias que se señalan tuvieron como consecuencia la muerte de Alexandra Rodica el pasado año, asegura Elena Cortés. “En un Punto de Encuentro Familiar de nuestra ciudad una mujer víctima de violencia de género fue asesinada en presencia de su hijo de 5 años, cumpliendo el régimen de visitas que se estableció en el juzgado. También este año se produjo el secuestro de un menor, cumpliendo con el régimen de visitas y no siendo devuelto a su madre en el horario establecido en el PEF”.


El pasado mes de octubre el asesino de Alexandra Rodica fue condenado a 21 años de prisión, una condena “insuficiente y ridícula”, según Natalia.


“Está muy bien decir que todos ayudamos, pero si no se ponen las pautas en los lugares a los que tenemos que ir sí o sí, y no se mejoran, no va a cambiar la realidad de nuestros hijos. Ya no es por nosotras, es por los niños que están creciendo y siguen siendo maltratados”, concluye Annete Merino.


Realizado por: Candela Canales

Editado por: Madalina Panti y Raquel Plou


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