Un fuerte “riiiing” desentona entre el ruido de la calle un día nublado de noviembre. Parece que hasta el sonido del timbre de la puerta suena de manera diferente en este edificio. Tras dos ascensores y un laberinto de puertas, el destino final: una consulta de psicología. Aunque parezca una excepción acudir a una de estas clínicas, no lo es. Como decía el periodista Javier Cid, “hay que estar muy cuerdo para cruzar el umbral de la consulta de un psicólogo por primera vez”. En España, entre el 2’5 y el 3% *de la población adulta tiene una enfermedad mental grave lo que supone más de un millón de personas. En los últimos años ha habido un aumento de las conductas médicas relacionadas con trastornos adaptativos, como respuestas fisiológicas a situaciones de estrés. En general, según Hilda Vázquez, responsable de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME), “no parece que la prevalencia de las enfermedades graves haya aumentado, pero está claro que hoy tenemos un mayor acceso a la información”.
Lo cierto que estas cifras no son nuevas, al igual que su estudio o la psicología en sí. Ya desde la Antigüedad con filósofos como Aristóteles o Platón, como otros filósofos griegos, afrontaron algunas de las cuestiones básicas de la psicología que aún hoy son objeto de estudio. Cuestiones que serán debatidas durante siglos ya no solo en el campo de la filosofía sino también en el de la fisiología o la medicina. En definitiva, es un estudio que ha ido avanzando conforme la sociedad lo hacía y en su desarrollo se ha visto sobre todo el conocimiento de los diferentes tipos de trastornos mentales.
"Archiatric" de Federico Babina. Fuente: Canal Federico Babina en YouTube
Los mitos y especulaciones durante todos estos años asociadas a la enfermedad mental unido a una historia de las instituciones psiquiátricas y a unas técnicas terapéuticas cuestionables, ha supuesto una mala interpretación de lo que es una enfermedad mental. En su libro " Popular Conceptions of Mental Health: Their Development and Change" el psicólogo Jum Nunally habla de la manera en la que los enfermos mentales eran vistos por el público. "Adultos y jóvenes, personas con bajo y alto nivel cultural veían al enfermo mental como relativamente peligroso, sucio, impredecible y despreciable", relata. La psicóloga Paola Pérez opina que no debería haber diferencia de estas enfermedades con otras como por ejemplo la diabetes. “Un diabético puede llevar una vida totalmente normalizada si se controla la glucosa, los picos, y lleva un control bueno y sabe cuando se tiene que pinchar, ...sería lo mismo".
A pesar de este rechazo, en una reciente encuesta realizada por Código Salud, el 33,8% cree o ha creído tener de vez en cuando un problema psicológico, psiquiátrico o de salud mental. La ansiedad (39,9%) y la depresión (38,5%) son los problemas más frecuentes que sufren los encuestados. Sin embargo, el casi la mitad de ellos han reconocido no haber acudido nunca al psicólogo o al psiquiatra. Este tabú y reticencia a pedir ayuda se produce principalmente por miedo, apunta el psicólogo y educador Manuel Bueno. “Toleramos mal la diferencia y esto hace que, de alguna manera, nos apartemos de todo lo que tenga que ver con ello. Desde luego, esto no ayuda a quien las sufre”.
La psicóloga Adriana Marqueta también observa que la sociedad tan exigente en la que vivimos juega en nuestra contra a la hora de pedir ayuda, "parece que tenemos que salir solos, que estamos estresados y podemos gestionarlo, podemos estar más ansiosos o con un bajo estado de ánimo y también tenemos que gestionarlo". Por otra parte, la psicóloga Paola Pérez incide en que existe una especie de veto muy grande porque "es como mostrar una debilidad y en la sociedad actual no se permiten las debilidades porque es muy competitiva, el que gane es el más fuerte entonces si tú muestras una debilidad, no vas a triunfar. Es como un poco el pensamiento que existe, que no es cierto". Ambos tabúes derivan principalmente a un problema: el estigma generalizado hacia este tipo de enfermedades.
El estigma hacia estas personas existe y puede ser de muchos tipos: auto estigmatización, público o familiar e institucional. En el caso de la autoestigmatización sucede según Vázquez (ASAPME) por "los prejuicios, el miedo a que los demás se enteren y te traten de otra forma, la vergüenza por hablar de temas personales, el creer que es una señal de debilidad…". A la vez que existen estas razones, también hay muchas para saber que "es una atención profesional como cualquier otra y que te va a ayudar a lograr un mayor bienestar", recalca.
Como decía el periodista Javier Cid, “hay que estar muy cuerdo para cruzar el umbral de la consulta de un psicólogo por primera vez”.
Uno de las mayores barreras para la salud mental es la sociedad que tiene como aliado el desconocimiento. "Muchas veces oímos esquizofrenia y no sabemos lo que es exactamente, entonces es como que todas las enfermedades mentales las metemos en un mismo saco", aclara Pérez. El psicólogo y educador social Manuel Bueno coincide ya que considera que ahí radica una gran parte de todo lo que tiene que ver con los prejuicios en torno a estos temas. "Refuerza estereotipos y prejuicios en torno a las personas con enfermedad mental que pueden desencadenar distintas formas de discriminación asociadas a la exclusión social". Afirma que además es más frecuente entre personas o colectivos socialmente más vulnerables. El otro lado de este tipo de discriminación se produce cuando en muchas ocasiones frivolizamos estas enfermedades con expresiones como "hoy tengo ganas de morir" cuando en general estamos hartos de algo, "esta chica seguro que es bipolar" para referirse a alguien que cambia mucho de idea o "estoy un poco deprimido" cuando en realidad queremos expresar la tristeza. Normalmente se utilizan para definir una situación cotidiana concreta que nada tiene que ver con padecer una de estas patologías. Manuel Bueno cree que para salir del estigma la clave es "comprender la distinción de términos y entender a las personas con enfermedad mental como cualquier otra persona".
“Un diabético puede llevar una vida totalmente normalizada si se controla la glucosa, los picos, y lleva un control bueno y sabe cuando se tiene que pinchar,...sería lo mismo".
Las instituciones también dejan su huella negativa. En primer lugar, en los programas de salud donde resulta difícil obtener financiación para introducir cambios en el tratamiento y la rehabilitación de los pacientes que padecen enfermedades mentales. Parece existir una gran desproporción entre la gravedad de los problemas causados por estas patologías y los recursos asignados para su tratamiento. En segundo lugar, se ha creado una discriminación hacia estas personas en aspectos como el acceso a una vivienda o el mantenimiento del empleo. Esta etiqueta negativa está presente en todos los ámbitos de la vida cotidiana de una persona con enfermedad mental como analizamos en los medios de comunicación, el cine y las series. Está claro que no desaparece cuando se abre la puerta de la consulta de psicología y definitivamente no desaparece al pasar al otro lado de la puerta. *El límite entre trastorno mental, enfermedad mental y problema de salud mental puede ser la clave de la confusión de cifras, además de los pocos informes regulares que se realizan sobre estas patologías (debemos tener en cuenta que en los centros de salud solo se registran cifras de pacientes que han estado ingresados, sin contar aquellos que acuden a otro tipo de terapia). Realizado por: Madalina Panti Editado por: Irene Ibáñez y Loli Luzón
ETIQUETAS: #saludmental, #psicología, #estigma
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