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Foto del escritorMadalina Panti

Las series, ¿educan sobre salud mental?

Actualizado: 18 ene 2019

Las series se han convertido en uno de los fenómenos culturales más interesantes del siglo XXI. Ya no solo las conocemos gracias a la televisión, sino que gracias a la era de Internet tenemos acceso a plataformas de pago como por ejemplo Netflix o HBO que nos ofrecen una amplia gama de contenidos. El amor, la comedia, el terror o el drama están a la orden del día en estas páginas y la salud mental no podía quedarse atrás. El periodista y crítico de cine Carlos Gurpegui opina que esto sucede porque todo vale para la audiencia, donde encontramos el problema “como quiebro narrativo, como llamada, pero a veces también como mcguffin", explica. Como veíamos en el caso del cine, los temas que atraen son los más inusuales, "cuanto más rarito todo, quizá mejor" incide. Cabe decir que todo depende de las modas culturales existentes sobre todo provenientes de América del Norte donde "predomina el adolescente en mutación y el poema, la metáfora narrativa", opina Gurpegui.


El tema de la salud mental se encuentra en un dilema al ser representado en estas series. Por un lado se tiende a romantizarlo e ignorarlo bajo la ficción y por otro lado puede llegar a ser todo un referente educativo para los espectadores (en su mayor parte jóvenes). Así, podemos tener la sensación de que las psicopatologías están presentes en estas plataformas y a su vez en algunas todavía podemos ver que no se representa como debería o sigue siendo tabú. ¿Lo comprobamos? (Alerta spoiler).


Se puede decir que muchos de nosotros conocimos el Síndrome de Asperger gracias a la serie de Big Bang Theory aunque probablemente sin saber su nombre real o los síntomas que puede llegar a tener alguien que lo padezca. Mientras unos disfrutábamos y otros nos estresábamos por el comportamiento de Sheldon Cooper en esta serie, en realidad estábamos descubriendo una patología que sufren aproximadamente 35 millones de personas en el mundo.

Síndrome de Asperger en The Big Bang Theory. Fuente: Canal YouTube de BeaViking3.


Pero, ¿se representa correctamente esta enfermedad? Posiblemente no, ya que el hecho de que Sheldon no esté hecho para las relaciones sociales, se ve simplemente como una cualidad que tiene el personaje que hace que nos riamos a carcajadas cuando no sabe expresar lo que siente o se cree superior intelectualmente. Somos conscientes de que el personaje aparte de tener una inteligencia tiene deficiencias que le son imposibles de regular pese a su conocimiento, y pasamos por alto porque es lo que le da vida a nuestra concepción del carácter.


En este caso podemos decir que, aunque la serie pretendiera dar visibilidad a esta enfermedad (tampoco es su intención), no lo conseguiría porque es una serie catalogada en el género de la comedia y por tanto hace que se absorba la poca parte de realidad del síndrome que se representa. Otro error que tiene esta serie es que crea la falsa idea de que todos los genios tienen problemas mentales, como sucede también en series como Sherlock o Mr. Robot. En una serie que en definitiva debemos ver como una simple comedia para el entretenimiento y no identificar nunca con ningún tipo de trastorno. Padecer un trastorno mental y ese hecho con la comedia no pueden ni deben ir unidos.

El personaje de Sheldon Copper interpretado por Jim Parsons. Fuente: elperiodico.com

La comedia es uno de los géneros más seguidos en estas plataformas, pero también podemos identificar diferentes patologías. El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) se ve representado en el personaje de Hannah Horvath, de la serie Girls, aunque realmente hasta la tercera temporada no se nos muestra (prueba del estigma que vive este tipo de enfermedades o lo desapercibido que puede pasar en nuestro día a día). El TOC aquí está unido a episodios de ansiedad y aunque es una serie con diversos altibajos entre comedia y realidad, en este caso podemos identificar esta parte como el tratamiento de un tema serio.

Lena Durham en el personaje de Hannah Horvath. Fuente: espinof.com

Su representación es un hecho inesperado, como podría pasar en la vida real, y se nos presenta a una Hannah que pasa de la risa a enfrentarse a una de las situaciones más difíciles de su vida. La protagonista padece un TOC repetitivo con el número ocho, y ese trastorno llevado al límite junto a la ansiedad por su vida personal y profesional la lleva a cortarse el pelo en diversas ocasiones y a ingerir pastillas. El detonante en este caso es un bastoncillo para el oído. Quizás pensemos que es exagerada la manera en la que se representa en la serie, pero es una imagen real que vivió la propia Lena Durham, la actriz que encarna a Hannah. Confesó en una entrevista que el trastorno es real desde los ocho años y quiso darle visibilidad. Vemos que todas las características del TOC en los recuerdos de la adolescencia de la protagonista, hacen mella posteriormente en su vida adulta. Podemos decir que es una serie en la que prima la comedia, pero no por ello se dejan de tocar temas tabúes en la sociedad como representar la parte más cruel de una enfermedad mental. No es una serie que pretenda darle visibilidad solo a ese tema, pero incide en su importancia para el desarrollo de una persona y que padecer una enfermedad mental no es una comedia.



Trece cintas de audio nos bastaron para conocer la historia de Hannah Baker o al menos las razones que la llevó a su suicidio. La serie Thirteen reasons why aborda temas polémicos entre los adolescentes como el abuso sexual, las drogas o el bullying pero el principal es el suicidio. Este último tema ha levantado diversas polémicas y debates porque se considera que la escena representada del suicidio de Hannah en la bañera es demasiado detallada y por otro lado hay quienes consideran que la serie está embellecida. ¿Cuál es la realidad? Paola Pérez, psicóloga, considera que el suicidio “se tiene que tratar con mucha delicadeza sobre todo en adolescentes porque es una etapa muy difícil en la que a veces les cuesta diferenciar la realidad de la ficción”, declara. El problema que podemos observar en este sentido es que quizás los adolescentes no saben diferenciar entre los matices y las causas que llevan a la protagonista a quitarse la vida y es por ello que pueden verse reflejados en algunas de las situaciones representadas. Pero no es una serie que incite al suicidio sino todo lo contrario, procura mostrar las causas y consecuencias que pueden llevar a ese trágico final.

El personaje de Hannah Baker en la bañera. Fuente: culturaocio.com

La serie aprovecha para abordar temas polémicos presentes en la vida de un adolescente, porque sabe que no son pocos los que se enfrentan a este tipo de problemas y porque son la mayor parte de la audiencia de Netflix. No podemos negar que ese es el objetivo de cualquier serie: obtener cifras, pero creo que la serie ha podido ir más allá de ello. Como mencionamos antes, la realidad no es fácil de digerir y una parte de la visibilización consiste en mostrar la parte más cruda de ella. La psicóloga Adriana Marqueta considera que “un impacto de esa serie es que quizás la mayoría de los adolescentes piensa no en suicidarse sino en la idea de que algún compañero o amigo pueda estar pasando por eso porque la adolescencia es una etapa muy difícil de creación de identidad”. Esto podría ser un hecho positivo de la serie porque se advierte antes de los capítulos de los contenidos más sensibles y al finalizar aparecen mensajes de ayuda.

Resumen primera temporada 13 Reasons Why. Fuente: Canal YouTube de Netflix América Latina.


En definitiva, esta serie representa problemas mucho más frecuentes en nuestra sociedad, aunque el caso de Hannah puede ser representado desde el extremo y en el que la narrativa puede ser enrevesada. De esa manera quizás no es fiel a la realidad en un 100% pero sí que permite mostrar y dar visibilidad a un tema tabú como es el suicidio, entre otros tantos que trata. El crítico y psicólogo Daniel Arana opina que una serie que vaya a abordar este tema tiene que hacerlo desde todas las perspectivas (cosa que la serie no cumple hasta la segunda temporada donde se ve la visión de los demás personajes), pero “tampoco se puede convertir en una oda a la vida porque estaría ideologizado de alguna manera o moralizado, pero sí demostrar que quizá hay otras salidas, que no es la salida más deseable para un ser humano”, opina el crítico.



Una de las series más recientes estrenadas en Netflix es Maniac. Con el atractivo de Emma Stone y Jonah Hill, cuentan la historia de dos individuos que sufren problemas mentales en los años setenta. Stone (Annie) sufre depresión y él (Owen) tiene indicios de padecer esquizofrenia. Ambos saben que tienen un problema, pero no saben ni el nombre ni la solución. Es por ello que se someten a un ensayo clínico con una serie de pruebas farmacéuticas que promete curar cualquier enfermedad mental y “erradicar todas las formas innecesarias e ineficientes del dolor humano para siempre”.

Tráiler Maniac primera temporada español. Fuente: Canal de YouTube de DramaFilms.


Dejando de lado el romance que surge entre los dos protagonistas debido a que ambos se encuentran en cada una de las experiencias del ensayo clínico (una historia de ladrones en los años 40, una historia de espías e invasión extraterrestre o una fantasía con elfos y magos), también se introduce la industria farmacéutica que una vez más sale mal parada porque no funcionan sus métodos. La serie no pretende dar visibilidad a ambas enfermedades, sino que incide en que todos podemos tener problemas, pero la parte que más cuesta es aprender a enfrentarse a ellos. A parte de esa pequeña “moraleja”, la serie confunde jugando con la ficción y la realidad porque realmente su función es entretener.


Los personajes de Owen y Annie en la historia de los ladrones. Fuente: theobjetive.com

Realmente lo que sucede en Maniac es que utilizan como excusa las enfermedades mentales de los protagonistas para presentar cuatro historias de ficción cuyo nexo es un romance entre los dos personajes vinculado a la locura que ambos sufren. Es una serie atractiva tanto a nivel visual como narrativo, pero no tiene la intención de ir más allá en el tema de la salud mental.



Aunque no vemos a Dexter desde el 2013, es una serie que marcó un antes y un después para la salud mental. Nos presenta dos lados del protagonista, por una la de que es forense que aparentemente tiene una vida normal con familia, amigos y una relación amorosa estable y otro lado oculto que por la noche mata a personas. La enfermedad mental que padece se llama trastorno antisocial (TPA) o sociopatía. El protagonista en realidad es un asesino en serie que sufre una doble personalidad porque no sabe distinguir unos sentimientos de otros. Pero más allá del juego que pueda dar esa psicopatía que representa el personaje desde su infancia, lo que podría reflejar esta trama son las distintas caras que todos tenemos en nuestras vidas, todo aquello que mostramos públicamente y aquello otro que preferimos guardar para nosotros mismos.

Tráiler Dexter primera temporada en español. Fuente: Canal de YouTube de Dexter Morgan ESP.


Se nos presenta un doble dilema moral al ver al protagonista de dos maneras diferentes, ya que aunque sepamos que es un asesino, empatizamos con él porque gracias a su padrastro solo mata a los que son criminales. En este caso es de las pocas series en las que sucede que llegamos a comprender el papel del asesino sociópata. También es de las pocas series que trata este trastorno, aunque llevado al extremo. Está lejos de visibilizar lo que sería una psicopatología y además cae en la opinión generalizada de que los crímenes violentos son causados por problemas mentales en la mayoría de las ocasiones. Pero no podemos negar que ofrece una trama novedosa para representar un problema de salud mental.



Al igual que ocurría en el cine, en esta pequeña muestra de series ninguna de ellas se acerca a representaciones totalmente fieles a las enfermedades mentales porque sigue primando la ficción y la comedia sobre la representación de una realidad. Pero como decía el escritor y productor cinematográfico Carlos Reviriego, “las series expanden el imaginario contemporáneo que el cine no se atreve a explorar”. Y así lo han hecho aumentando la calidad, donde al guionista se le da poder absoluto y donde se cuentan historias que antes permanecían ocultas. Las opciones son infinitas, tanto de que una serie pueda ser un éxito como de ser un fracaso absoluto. Si realmente queremos ver cómo es una enfermedad mental sin padecerla, las mejores opciones siguen siendo los largometrajes o documentales, pero si queremos perdernos en todo un mundo de ficción, definitivamente las series son la mejor opción.


Realizado por: Madalina Panti

Editado por: Irene Ibáñez y Loli Luzón


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